Otra vez estoy padeciendo lo que los expertos llaman "fatiga de Facebook", que se refiere en términos prácticos al momento en que caemos en cuenta que todas esas horas invertidas frente al monitor, con el FB abierto, no sirven para mucho. Y luego me encuentro con esta cita en una nota en el LA Times sobre Twitter que define perfectamente lo que estoy viviendo con relación a los medios sociales":
"The only daunting downside ((de los medios sociales)) -- as so often happens with new media: You only get back as much as you put in."
Para muestra un botón: cuando escribía cinco o seis entradas por mes en este blog tenía un promedio de diez lectores por día; no fue sino hasta que comencé a actualizarlo casi constantemente que mi lectoría subió a 50 (o más) diarios. Lo mismo en Facebook: el sitio social, visto desde el punto de vista de la información, sirve de poco si se abre cada dos días. El único impacto que yo he visto es cuando lo monitoreo constantemente, o cuando participo en actividades en tiempo real como la transmisión conjunta que hicieron CNN y Facebook de la toma de posesión de Obama. Si no, es casi lo mismo que tener una cuenta de email. Las actualizaciones de los "amigos" de nada sirven si no se leen pronto, sobre todo cuando se rebasan los 200 amigos.
Y con relación a los amigos, para tener una página activa en FB es necesario tener decenas de conexiones. Y, por supuesto, a más conexiones el espectro de amistad crece al grado de comenzar a añadir colegas de trabajo, gente conocida por referencias y/o gente que, simplemente, es conocida en mi medio y quiero tener como conexión. El ámbito "personal" y "familiar" de FB se rebasa a los 50 amigos.
Eso provoca, también, que el uso del sitio pase de lo personal y sentimental a lo funcional y práctico. Y para que sea funcional y práctico tiene que ser instantáneo, monitoreando reacciones, acciones y comentarios constantemente. Gracias a FB, por ejemplo, me enteré de la muerte del secretario de Gobernación en México el 4 de noviembre, y de unos premios que ganó un cliente mío ayer. También, monitoreándolo, me entero de tendencias, como el momento en que mis amistades en México comenzaron a reducir o eliminar la cantidad de información que comparten por temor a ser secuestrados; o el escándalo de los Términos de Uso del sitio esta semana.
Pero si no le dedicara tanto tiempo - si no lo monitoreo todo el día -- no me sirve de mucho. Lo mismo Twitter, que es aún más celoso y requiere de un monitoreo segundo a segundo (ya no minuto a minuto) para poder ver la larga lista de actividades de la gente a la que estoy siguiendo. Seguir a más de 20 personas significa que cada hora perderás los tweets de algunos de ellos (es el tiempo que se tarda en llenar mi home page con los mensajes de la gente que sigo). O sea, que requiere total dedicación.
He notado que en EEUU la gente dedica horas y horas a estos ejercicios, prestándose a enviar docenas de tweets al día de cosas nimias, de noticias recientes, de actividades relacionadas o no a su profesión. La gente acumula "amigos" y es normal que tengan 500, 700 y hasta mil seguidores. Pero los tienen gracias a su dedicación. Pero, ¿Cuánto tiempo quiero dedicarle a esto? ¿Para qué?
Aunque esto de los medios sociales suena como a una democracia justa donde todos tenemos las mismas posibilidades y libertades, en la práctica unos cuantos acaparan la atención y dominan el medio. Son aquellos que están dispuestos a dedicarle el tiempo que exige, que en este mundo digital es prácticamente cada segundo del día. Porque, como cité arriba, de los medios digitales uno sólo recibe lo que invierte.
jueves, 19 de febrero de 2009
En los medios sociales, sólo recibes lo que das
Etiquetas:
medios sociales
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1 comentario:
Lo mismo me he preguntado una y otra vez pero aquí seguimos y tiene su lado gratificante y divertido. Buena reflexión. Abrazo.
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