martes, 20 de marzo de 2007

Viaje a ningún lado

Como muchos de mis asiduos lectores saben (ja) últimamente paso más tiempo en aeropuertos que en mi dulce hogar. De hecho, desde hace nueve meses he pisado dos decenas de aeropuertos en tres continentes, entre ellos dos en Londres, JFK en NY, Houston y San Antonio en Texas, Milán, Atenas y CDG en París. Pero uno que no me propuse pisar pero que conocí hace poco fue el Logan de Boston. Aquí les comparto parte de la carta que he enviado a Delta la última semana en la que explica como un pañal me llevó a una odisea de 45 horas.

To whom it may concern:
By now, you must have heard about the nightmare that flight 58 from Atlanta to London-Gatwick on March 9 turned into for all passengers.
On Friday, March 9 I left San Antonio, Texas at 2 PM on Delta flight 647 on my way to Dubai, UAE. I arrived at my destination at 9 PM on Sunday, March 11, 45 hours after I began my trip.
As you know, the flight from Atlanta to London, the second leg of my trip, was diverted at mid flight to land on Boston Logan airport because someone clogged the toilette system with a diaper. This would be funny if it wasn’t for the fact that it took your staff at Logan more than 12 hours to fix it. Even worse, the ground staff kept telling us that it would be fixed “any moment”. They did this in 30 minutes intervals until they told us, at about 4 am, that the plane wouldn’t be able to leave because the flight crew had finished its 12 hour shift. I understand the reasoning behind the 12-hour rule, but what I can’t accept is that we were notified about an hour after I saw the crew leaving the premises. Also, the ground crew was completely unprepared for the emergency. In an industry like Delta’s, the personnel should be much better prepared for this kind of situation (I couldn’t help but remember the BlueJet fiasco of some weeks ago). To give you just one example: the flight was rescheduled to leave at 11.45 am on March 10, but it left two hours late. Once we were set to depart, the pilot announced that we would have to go back to the gate because a red light was on. It seems that even after more than 12 hours working on the clogged toilette system your ground crew didn’t get it right. We had to wait, on the plane, for almost one more hour. One of the reasons we left late: there was no food for an international flights at Logan. Obviously, at that point none of us cared about the food. We wanted to leave!
During the ordeal at Logan we were offered hotel accommodations, which I refused because by the time it was my turn to receive the voucher I would have used the room for only three hours. I did receive $21 in meal vouchers, which doesn’t even come close to compensate all the hassle I went through.
Also, when I tried to reprogram my connection from London to Dubai (on Emirates), Delta’s ground crew was incredibly unhelpful, saying that this was going to be resolved in London. As I knew that the flights to Dubai are always full I needed this resolved asap. Emirates said only Delta could re-ticket. I did this over your 1-800 line, but it took three calls and over one hour to do it.
And nobody told me that my return flight from Dubai to Athens, Greece had been cancelled because of the itinerary change. So when I got to the airport in Dubai on March 18 Emirates Airlines told me my reservation had been cancelled. Fortunately there was enough room on the plane to put me on, but definitely not thanks to Delta.
I have flown with Delta thousands of miles in the past few months – at least six trips to Greece, among many more. I overheard people saying they wouldn’t fly with you again. I am seriously considering the same.
Many thanks,
Gabriel Sama

viernes, 16 de marzo de 2007

Dubailandia o sueños en el desierto

Estoy sentado a la sombra de la que será la torre más alta del mundo, la Burj Tower en el emirato de Dubai. Hace dos semanas, cuando vine aquí por primera vez, leí un letrero que presumía que el edificio había alcanzado ya los 108 pisos. Hoy pasé por ahí de nuevo y la cifra ha engordado en dos pisos: 110. Más temprano, visité la capital de los Emiratos Árabes Unidos, Abu Dhabi. Aunque más grande y urbana, la desmedida ambición de su hermana menor la ha opacado. Sólo el anuncio del acuerdo para traer el Museo de Louvre -- por lo menos el nombre y parte de sus colecciones --, un trato valuado en más de 1,000 millones de dólares, ha sacado a Abu Dhabi del anonimato. Junto con el Louvre también abrirá sus puertas una sucursal del Museo Guggenheim.
La autopista que une a ambas ciudades está custiodiada por el que será el sistema colectivo que, espero, alivie el tráfico de la ciudad. Cientos de postes de concreto esperan pacientes a que les coloquen las vías; para ello, los constructores usan un mastodonte de grúa que jamás había visto y que se postra entre varios postes para subir muchos tramos de pistas de concreto a la vez.
Un día, supongo, amaneció el Sheik de Dubai y decidió levantar una ciudad y hacerlo todo al mismo tiempo. Pasos a desnivel, carreteras, edificios, centros comerciales, complejos turísticos, lagos artificiales, torres, casas, incluso jardines y parques. Es una ciudad en primavera, porque todo está naciendo. Y una ciudad de fantasía, porque cada proyecto es más ambicioso que el otro: Dubailand incluye varios resorts turísticos inspirados en, por ejemplo, África, Europa y la música. Incluye también un parque de diversiones y una segunda pista artificial de ski sobre nieve. Y una vez terminada la isla de la Palm Jumeira se les ha ocurrido hacer otras dos más -- y más grandes -- y una cuarta en forma del mapa del mundo en donde cada islote tendrá el nombre de un país o región. Dicen que David Beckham adquririó Inglaterra, aunque otros lo desmienten como un rumor mercadológico.
La ciudad está a 4 horas de Europa y 4 horas de la India. Hay vuelos directos a Australia y a Nueva York. Si usted ve su mapa, se dará cuenta de la privilegiada ubicación del emirato. Aquí se han dado cuenta y ya están expandiendo su moderno aeropuerto (que divide sus funciones entre ser aeropuerto y ser la tienda de duty free más grande del mundo, por lo menos en apariencia).
Sus ciudadanos -- emiratís -- representan sólo un 15% de la población (algunos dicen que mucho menos). El resto vienen de Filipinas, Bangladesh, India, Europa. "Esto es Nueva Nueva Dehli," me dijo alguien.
"Los hindúes están construyendo Dubai, como los mexicanos han construído Estados Unidos," me dijo un taxista hindú y católico que tiene familia en Houston. Vale también señalar que el país ha sido duramente criticado, por ONGs como Human Rights Watch, por el trato a los trabajadores que vienen desde el subcontinente asiático a construir el sueño.
Y luego están los periódicos y los medios de comunicación. Existe la tentación de explicarlos. Los hay en inglés, en árabe y en mayalayam (la lengua de la mayoría de los hindúes que viven aquí). Los primeros pliegos son de papel brillante couché, un tanto pegajoso. El resto está impreso en papel periódico. La impresión, a todo color, es de buena calidad, mucho mejor que en EE UU (cualquier impresión es mejor que en EE UU).
Para ser una ciudad-estado con poco más de 4 millones de habitantes tiene medios impresos de calidad. Lo mejor es que apuestan por mejorar y por emular lo que Al Jazeera ha hecho por la televisión en árabe: ganarse una presencia y un prestigio internacional. Y si estos medios logran algún día reflejar la ambición y ebullición del lugar, serán sin duda unos de los más interesantes del planeta.

Me pregunto

Ahí les va una neta: A los periodistas latinoamericanos nos encanta el rollo. Nos fascina que nuestra labor suene más elegante, complicada, elaborada y profunda de lo que es. Nos emociona salpicar de elevadas citas nuestro oficio, aludiendo a los grandes pensadores europeos y a los teóricos norteamericanos cada vez que tenemos la oportunidad de explicar nuestra profesión.
Pero, creo, nuestro trabajo es muy sencillo: es el oficio que hace preguntas y comunica respuestas.
Entonces me pregunto por qué en nuestros periódicos hay tantos reporteros que no reportean y tantos editores que no editan.
¿Será porque están ocupados leyendo a Foucault y repasando a McLuhan?