Un lector me ha hecho la excelente sugerencia de comentar sobre esta nota, que habla del plan del Orange County Register de usar a correctores de estilo en India para editar algunas de sus páginas (uso la palabra corrector de estilo a propósito; ahora me explico).
India, como muchos saben, se ha convertido en el paraíso del 'outsourcing' (realmente en español no existe una palabra exacta; quizá subcontratación). Como el inglés es el idioma de negocios, empresas estadounidenses han subcontratado allá todo tipo de operaciones, desde los llamados call centers hasta preparación de impuestos.
Para la vapuleada industria de los periódicos en Estados Unidos existe la enorme tentación de hacer lo mismo, y ahora el Orange County Register es el primero en lanzarse al vacío.
El problema, creo yo, es cómo se están planteando el asunto los medios en EEUU. En mi opinión, lo están viendo como un tema meramente de negocios (gastos vs ganancias) y no como lo que es, una seria crisis de creatividad e innovación.
Cuando una empresa tiene un problema de dólares y centavos -- o sea, gasta más de lo que gana -- realizar un recorte puede devolver a la compañía a la rentabilidad. Pero, tanto para la industria de la aviación como para la automotriz, estas medidas sólo pueden ser temporales. Recortar gastos no puede ser el negocio de ninguna empresa. Porque entonces, como dicen por ahí, la mejor forma de ahorrar dinero es cerrar la compañía y punto.
Volviendo al periodismo, subcontratar la corrección de estilo es síntoma de que los ejecutivos de la empresa ven el proceso de producción de un periódico como si fuera similar a producir, digamos, juguetes. Buscas la fábrica más barata en China y ya está.
Pero nuestro oficio es un oficio intelectual y, además, necesita hacerse in situ por muchísimas razones. Yo estoy a favor de un buen copy desk que analice, cuestione y confronte todo lo escrito en una página. Pero la mera corrección de estilo pertenece al pasado; es labor del reportero encargarse de esto.
Cuando lanzamos Rumbo existió la tentación de poner el llamado Core -- la parte central de la redacción que elaboraba todas las secciones comunes de las cuatro ediciones -- en Monterrey, México. Pero desde allá jamás hubiéramos podido entender lo que fue la ley de educación Robin Hood o vivir el tráfico de Houston, Austin y San Antonio. Aunque estar centralizados en San Antonio afectó un poco la identidad de las otras tres ediciones, nunca tanto como si lo hiciéramos desde México.
Ya otros han intentado producir suplementos y semanarios para el mercado hispano desde México y todos pecan de esa distancia que le da un tono extranjero a la publicación.
Luego está la labor del copy editor (yo lo llamaría un súper corrector de estilo, o un editor de contenido y estilo). Esta es una función común en EEUU, pero que en Europa está vista como un subsidio a las labores que debería hacer el reportero. Más allá de si es necesario o no tener copy editors, el trabajo de éstos en los diarios estadounidenses requiere que además del estilo editen también estructura, contenido y, sobre todo, hagan de un "súper lector" que se asegure que todo lo escrito es relevante, legible y pertinente para la audiencia a la que está dirigido.
¿Cómo puede hacer esto una persona que está a miles de kilómetros, que vive a 13 horas de diferencia de huso horario y que, posiblemente, jamás a vivido en EEUU o California? A lo mucho, el Orange County está diluyendo totalmente la función del copy editor -- como ese súper lector que describí -- y la está convirtiendo en un función meramente de corrección de estilo. Y ahí sí doy toda la razón a los europeos, porque el estilo es algo por lo que deben velar los reporteros, redactores y editores en California -- con o sin copy editors.
jueves, 26 de junio de 2008
Tentaciones de la globalización
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