martes, 3 de junio de 2008

Latinoamérica: hablando de todo como los locos

A pesar de las intención de hacer de Latinoamérica una de sus prioridades (nunca confirmada), el drástico cambio en estrategia política del gobierno de Bush después del 11 de septiembre condenó a la región al olvido.
Aunque no conozco si existen estadísticas, vale mirar el porcentaje de cobertura que se dedicó a Iraq en los últimos años para saber que quedó poco espacio a las noticias de América Latina.
Pero, si las cosas salen bien, el cambio de estafeta en la Casa Blanca debe también traer un giro en la diplomacia y, en consecuencia, resucitar el interés informativo en la región (wishful thinking, dirían algunos).
La inmigración es, sin duda, uno de los temas que más unen y separan a EEUU y Latinoamérica. El New York Times publica hoy esta acertada editorial sobre el patético fracaso de la reforma migratoria y lo que el diario llama "el pánico migratorio" de esta década.
Marcela Sánchez, columnista del Washington Post, explica en esta columna cómo un giro de EEUU hacia temas internos -- migración y seguridad nacional-- puede beneficiar las relaciones con América Latina. En términos generales, dice Sánchez, Latinoamérica ha superado su dependencia en EEUU. Yo creo que mucho tiene que ver con que este país ha estado distraído en otras cosas -- para bien o para mal. (Mucha de esa nueva independencia parece venir del distanciamiento del FMI, que ha dejado de tener esa influencia maquiavélica sobre las decisiones económicas en la región, según esta nota del Post).
Y para bien o para mal mucha de la cobertura de los medios estadounidenses en América Latina se ha enfocado en temas polarizantes como Hugo Chávez. Tanto el Times -- con Simón Romero -- como el Post -- con Juan Forero-- han publicado excelentes reportajes que explican la situación en ese país al público americano. Sin duda, estos reportajes serían diferentes escritos por latinoamericanos, porque son temas controversiales. Ambos reporteros han hecho bien en concentrarse en los hechos y ofrecer notas bien reporteadas. Por ejemplo, el relativismo en el que cae la prensa latinoamericana de juzgar a Chávez o Uribe, y compararlos, es una trampa que ha empantanado la cobertura diaria de la región.

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