Muchas veces he comentado en este blog la utilidad de las listas de los más popular, lo más visto y lo más enviado, que puede servir como un termómetro de los intereses de la audiencia -- una brújula para los editores, quienes deben tomar la decisión final de lo que se publica a pesar de lo que quiere la audiencia.
Con el tiempo he notado y he comentado la tendencia a que las notas de servicio -- salud, turismo, alimentación, finanzas personales -- estén dentro de estos ránkings. Incluso, con mis clientes muchas veces he usado la lista de Lo más enviado del nytimes.com para demostrar el interés de la gente en artículos de servicio.
Pero debo confesar que como consultor también he despreciado el valor de las columnas de opinión frente a la audiencia, sobre todo cuando me encuentro periódicos que pagan cifras descomunales a columnistas que sólo están ahí por su fama en otro medio (TV o radio) pero que no escriben bien o no tienen nada que decir.
Sin embargo, la campaña electoral en EEUU demostró que cuando hay polémica, la gente recurre a los columnistas para dos cosas: 1) afianzar su punto de vista sobre algo (la incompetencia de Sarah Palin, por ejemplo) y 2) para atacar a alguien que tiene un punto de vista opuesto (la enorme capacidad de Sarah Palin, por ejemplo).
Durante la campaña los columnistas de opinión del Times -- de izquierda y los pocos de derecha -- aparecieron constantemente como las notas más compartidas, sin falta. Lo mismo en sitios como el del Washington Post, WSJ y Politico. O sea, que existe interés en leer opiniones, mientras haya de qué opinar.
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