La coyuntura que vive México -- o, por lo menos, la clase media mexicana -- ante el asesinato del joven de 14 años Fernando Martí representa una enorme oportunidad para los periódicos de reivindicar su compromiso social con una campaña constante en contra de la inseguridad -- o más bien, a favor del que el Estado garantice la seguridad de sus ciudadanos.
En la gran mayoría de los países europeos los resultados de las encuestas sobre intereses de los lectores siempre colocan a la educación y salud como sus mayores prioridades. Estoy seguro, aún sin verlo, que en México, Venezuela y otros países de la región la seguridad sería el tema principal.
Mirar a Latinoamérica desde afuera es ver a gente atrincherada en sus casas con barrotes, sistemas de seguridad y vigilancia. Es ver a guardias con escopetas recortadas (Venezuela) o revólveres que muy probablemente no saben usar; o ni siquiera están dispuestos a hacerlo.
Siempre he creído que en México -- y otras partes de Latinoamérica -- ser clasemediero es un estigma. Existe una verguenza oculta a tener más que los demás, a vivir mejor. Parte de esto se desprende de que sí existe una relación de explotación con las clases bajas. Pero, también, la clase media latinoamericana ha sido el motor intelectual y económico de nuestros países. Y de eso hay que estar orgullosos (asumiendo un compromiso en favor del progreso del país entero).
No digo que la inseguridad afecte sólo a la "gente bien" (mote peyorativo con que se identifica la clase media en México). Los robos y vejaciones en barrios populares son sistemáticos. Pero recuerdo la cobertura que hizo el San Antonio Express News, diario del pueblo donde vivo, a la gran marcha por la paz de hace unos años, donde se burlaba de las mujeres blancas de clase media que pedían por su seguridad. Y esa visión se perpetúa en nuestros propios países. El pudor de la clase media ha llevado a un silencio que está seriamente mermando la calidad de vida.
Un clima seguro no sólo trae tranquilidad, sino que acelera las inversiones, genera más empleos, atrae más turismo y permite explotar mucho mejor todos los recursos de un país -- materiales y humanos -- entre muchas otras cosas. Genera confianza, y la confianza es una enorme cualidad.
Los periódicos latinoamericanos deben de cubrir la seguridad como un tema global (social, humano, económico) y deben abrir espacios para su discusión. En Reforma.com, por ejemplo, pocos temas -- quizá sólo el futbol -- generan mayor controversia y comentarios que los de crimen e inseguridad.
No estoy llamando a la aplicación de la pena de muerte. Tampoco creo que los diarios deban de legislar. Pero sí creo que ante la enorme inquietud de su lectoría -- de clase media o popular -- deben de crear foros e impulsar campañas en busca de soluciones, monitoreando de cerca la respuesta y acciones de sus gobernantes y de la sociedad en general.
jueves, 7 de agosto de 2008
Campaña contra la inseguridad
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