Un día después de publicar mi entrada anterior, un “experto” en medios sociales publicó en su Twitter un comentario criticando a aquellos que anteponen “mundo real” a “redes sociales”.
No me mencionaba a mí. Pero, como soy un hombre sensible, me lo tomé personal (gran error, sobre todo cuando el discurso en las redes sociales tiende a distorsionarse fácilmente; la interfase de Twitter, a pesar lo que digan los expertos, no se presta para discusiones largas y profundas).
Después de tuitear que me parecía ocioso discutir esas cosas (con mundo real quise decir mundo físico, por supuesto, siendo alguien que pasa gran parte de su día en la realidad de las redes sociales). Hasta mi querido Howard Rheingold, quien acuño el término “comunidades virtuales” me corrigió.
Mi punto de vista es muy simple: estas discusiones semánticas no aportan absolutamente nada al gran reto que tenemos los periodistas por encontrar mejores formas de recopilar y distribuir nuestra información y comunicarnos con nuestra audiencia (que muchas veces son más activos y mejores informadores que nosotros).
Yo creo que es una cuestión práctica. Me explico. Recientemente se ha vuelto a discutir la importancia de conocer la identidad de la gente que deja comentarios en las páginas de noticias. Los detractores dicen que eso atenta contra una de las mayores virtudes de la Red: el anonimato es un derecho y la gente es libre de elegir en un espacio sin reglas oficiales. Sin embargo, en la práctica, cuando uno publica un tema de inmigración, por ejemplo, y un bloguero de extrema derecha le pide a sus lectores que comenten la entrada de tu blog, inundándolo de insultos, la acción práctica es a) aprovechar la novel popularidad o b) borrar los insultos. Hay que tomar una acción, pues. La teoría ahí importa poco. (Esto le pasó a una amiga bloguera, por cierto).
Lo mismo con temas como blogueros vs periodistas y periodistas ciudadanos vs profesionales. En la práctica y como periodista profesional que no gana un céntimo blogueando, tengo claro para que sirve mi blog y el tipo de cosas que quiero escribir en él. No necesito que me den permiso o me legitimen otros. Lo mismo con el periodismo ciudadano. Mi postura es muy clara: si alguien – un ama de casa, un panadero o un futbolista – quiere pasar sus días buscando información interesante, descubriendo lo que otros quieren ocultar y presentando esos contenidos de forma interesante y relevante, ante mis ojos es un periodista. Un testigo de un evento que graba un suceso en su teléfono móvil, por otra parte, es alguien con quien quiero hablar, como siempre hemos querido hablar con la gente que presencia estas cosas. Si esta persona sube el video a la web, como muchos hacen, eso demuestra que el acceso a los canales de distribución se ha democratizado con las nuevas tecnologías. Pero de eso a pensar que esta persona está dispuesta a dedicar su vida a una profesión mal pagada, en la que recibir reproches y negativas es cosa de todos los días y en la que los verdaderos profesionales dedican su tiempo a descubrir o informar sobre cosas que otros quieren ocultar, pues ya es demasiado.
Semántica vs práctica, pues. Y ante las condiciones actuales, me quedo con la práctica.
viernes, 5 de agosto de 2011
Cosas de semántica
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2 comentarios:
Hola Gabriel,
Mi comentario en Twitter no tenía como contexto tu post anterior (que no había leído y con el que estoy plenamente de acuerdo).
Sigo y respeto tu trabajo desde hace tiempo, y creo que coincidimos en muchos aspectos acerca de los retos del futuro del periodismo.
Gracias por la aclaración. SALUDOS.
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