Como algunos ya sabrán, hoy -- 3 de octubre -- se anunció la renuncia de Jesús Díaz Jr. como Publisher (título que no tiene traducción al español) de The Miami Herald y El Nuevo Herald. Díaz estuvo en medio de una tormenta desatada por el despido de dos periodistas y un colaborador de El Nuevo, quienes durante años habían aceptado pagos por participar en transmisiones de Radio y TV Martí -- estaciones financiadas por el gobierno de EEUU.
Como parte del anuncio, Díaz se retracto de los despidos y concedió amnistía a los tres periodistas (ver nota de The Miami Herald aquí) y dijo también que una investigación interna había descubierto a otros seis periodistas que recibían pagos de la misma fuente.
Díaz alude a una "zona gris" como razón para haber revertido su decisión. Esto se refiere a la poca claridad en los estatutos de ética comunicados a los periodistas y, también, a la aparente autorización que recibieron de un ex ejecutivo para realizar esas actividades. O sea, que nadie sabe y nadie supo.
Yo no tengo una opinión del asunto porque, de entrada, los hechos son brumosos y no tengo información de primera mano.
Pero este párrafo llamó mi atención:
"Many critics, including some in the El Nuevo Herald newsroom, contended that the actions taken by Díaz were too harsh and too hasty, especially considering the public nature of the journalists' broadcast work and a style of advocacy journalism sometimes practiced by Spanish-language newspapers."
No sé a qué se refiere con "a style of advocacy journalism sometimes practiced by Spanish-language newspapers", pero supongo habla del afán de los diarios en español por plantarse como defensores de todo y todos los que tengan un origen latinoamericano, sin condiciones.
En el caso del Nuevo y de Miami es fácil apuntar el dedo índice hacia la comunidad cubana, que abiertamente ha abogado por la partida de Castro y, evidentemente, está a favor de una cobertura periodística abiertamente crítica hacia su régimen.
Sin embargo, yo prefiero ver esa generalización como una crítica a la falta de profesionalismo en los medios hispanos en EEUU. Y, se preguntarán, ¿de dónde saco esa conclusión? Pues de la percepción general de estos medios como órganos poco profesionales, manipulables y al servicio de intereses.
Los anunciantes y las fuentes -- tanto organismos del gobierno como organizaciones de la "comunidad" -- no sólo esperan una cobertura beneficiosa, la exigen. Los hemos acostumbrado a que los medios en español somos porristas de sus actos. Si se apellida Gómez, o López, o está a favor de la inmigración -- aunque sea para explotar a otros seres humanos -- entonces tenemos que hacer un ejercicio de adulación con tinta y papel.
Falta una actitud crítica, equitativa y justa hacia las fuentes y los temas. Falta una mayor profesionalización (71% de los periodistas hispanos dicen que sus empresas no tienen programas de capacitación, según esta encuesta de la NAHJ) y la necesaria libertad que viene de trabajar para empresas éticas, que no tengan una agenda.
Insisto, desconozco los detalles del caso Nuevo Herald, pero me invita a una reflexión sobre el papel de los medios en español dentro de sus comunidades.
Porque, si nos seguimos presentando ante la comunidad como "cheerleaders" de intereses y agendas, entonces después no nos sorprendamos cuando esa misma comunidad nos jale las orejas cuando queramos dejar el papel de porristas y madurar como medios.
martes, 3 de octubre de 2006
Bajas expectativas
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